Hace unos días tuve la fortuna de ver la película colombiana “La ciénaga, entre el mar y la tierra”, y encontré una historia cautivadora que nos acerca a realidades que solemos olvidar. Alberto, quien vive en un pueblo palafito del Magdalena, sufre de distonía y vive confinado a su cama junto a su madre, dependiendo de un concentrador de oxígeno y con el único deseo de conocer el mar, que se encuentra a una corta pero eterna distancia.
La película retrata con sensibilidad el sufrimiento y la esperanza, el amor y la impotencia, con actuaciones potentes y sencillas conversaciones. Su producción merece el reconocimiento y los premios que el buen cine colombiano sigue cosechando. ¡Aún están a tiempo de verla y apoyar nuestro cine del más alto nivel!
Sin embargo, no todo ha sido brillo para esta película, en especial para su director, productor y actor principal, Manolo Cruz Urrego. Él ha vivido un episodio que esperamos no repita ningún colombiano, y que demuestra por qué es más importante proteger y registrar nuestras ideas que solo compartirlas.
Manolo empezó esta idea en 2014. Al conocer a Carlos del Castillo, le pidió apoyo para el rodaje, ya que también sería el actor principal. Carlos aceptó ser codirector. Luego del rodaje (23 días), Carlos se alejó del proyecto, mientras Manolo continuó con edición, posproducción y todo lo necesario para hacer realidad su sueño. La película se estrenó en abril de 2016 y comenzó a recibir reconocimientos: 5 premios nacionales, 13 internacionales y 38 participaciones en festivales, incluyendo 3 galardones en Sundance.
Fue entonces, al ver el éxito, que Carlos del Castillo cambió su discurso: alteró el registro de autor en la DNDA y demandó a Manolo, reclamando la dirección de la película. Esto detuvo su estreno en Colombia durante 8 años. Solo hasta el 29 de mayo de 2025 llegó finalmente a las pantallas de nuestro país, para extender el sueño e iluminar al público con una obra digna de permanecer más allá de su tiempo en cartelera.